sábado, 30 de noviembre de 2013

14. Walking with strangers [Segunda parte].

  Todavía recuerdo ese día de invierno que caminábamos por una calle vacía. Escuchar sólo el ruido que hacían mis botas al pisar el suelo me producía una tranquilidad inexplicable. Tú estabas caminando a mi lado, en silencio, porque sabías que amaba estos momentos en los que no me tenía que preocupar por nada. La calle por la que caminábamos ya la había visto antes. ¿Cuántas veces había soñado que paseaba por esa calle contigo? En ese momento esa duda no tenía mucha importancia, ya que lo estaba viviendo, aunque tú existieras sólo en mi mente. Por fin llegamos a un puente y nos sentamos en las barandillas dejando nuestros pies colgando. Miré hacia abajo, había una carretera y no pasaba ningún coche por ella. Estiré las mangas de mi chaqueta para calentar mis manos. Apoyé mi cabeza en tu hombro y dije: "¿Sabes? Dicen que todos los puentes están enamorados de un suicida". Giraste la cabeza, desconcertado, y me preguntaste: "¿Es éste tu puente?". Suspiré, miré hacia abajo y te respondí: "Sí, he soñado muchas veces que me tiraba por este puente".

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